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Mis manos conocen bien la polla de mi jefe.
Mis labios conocen bien la polla de mi jefe.
Mi ano tiene la forma de la polla de mi jefe."
New York Times, Nueva York, 14 de Agosto de 1987
Hoy se cumple el décimo aniversario de la muerte de aquel gran rockero llamado Elbis Prisly. Miles de fans de este magnífico cantante se agrupan hoy en su tumba situada en la bonita ciudad de Memphis. Todos recordamos sus maravillosos éxitos tales como “My carru”,“I am a miner” o “My grandfather went to the Cuba beach because Fidel Castro has got a beauty house in a big mountain with very wolfs, but the dog was kill” y muchos otros más cuyos nombres no queremos ni podemos recordar por falta de tinta en mi bonita y espectacular máquina de escribir nueva. Recordemos que Elbis Prisly murió debido a una sobredosis de bacalao a la vizcaína.
Hola, soy Joselito Smith Montoya alias “Camarón de la isla de Manhatan”, soy cartonero profesional en la Avenida 58 de Nueva York. Este artículo que han podido leer fue el principio de mi carrera de cantante. Cuando yo encontré el artículo referido al homenaje del ya fallecido hace diez años Elbis Prisly, dedicí que mi vida debía dar un gran cambio, ¡quería ser cantante!, ¿os lo podéis creer?, ¡Joselito Smith Montoya cantante!. Esto podría dar un nuevo sentido a mi vida, la gente ya no me miraría como miran a Camarón, ese pobre y vulgar chico recogecartones de la Avenida 58. Debía hacer algo al respecto, no tenía dinero para mantenerme y mi vieja Wilson (nombre vulgar, el cual fue atribuido a una vieja guitarra heredada de mi padre, el famoso cantautor, creador del rock-pop.techno-rumba-salsa-rap muy conocido por los peatones de la Avenida 58. Dicha guitarra está autografiada por los Beverly Broders que compusieron aquella bonita balada con los Roling Estones…) ya no sonaba como antes, y debía de poseer una nueva para que algún importante representante discográfico se fijara en mi gran y espectacular talento. Pensé en varias maneras de poder conseguir dinero para poder ver cumplido mi sueño de poseer una mejor guitarra, la cual hiciera de mi otra persona. Se me ocurrieron varias maneras de conseguirlo pero la que estaba más al alcance de mi mano (aparte de vender droga o pedir en el metro) era la de robar un banco, así que busqué mi viejo lanzamisiles del 36 y empecé a informarme de los bancos existentes en esta zona de la ciudad. El banco más cercano a mi casa era uno que se llamaba Banco de Sangre o algo así. La noche de antes no pude pegar ojo planeando el atraco. Mi primo Pedro Solves me proporcionó un plano del banco que me aprendí de memoria, estaba preparado para comenzar mi carrera musical.
Día 17 de Agosto de 1987, mi carrera de criminal estaba a punto de comenzar con mi primer atraco. Entré en el banco dando una patada a la puerta, la abrí, pero me hice daño en el pie porque la puerta era blindada, pero es que en las películas siempre funciona. Para que no me reconocieran me puse un calcetín de ejecutivo en la cabeza, ya que al no conocer a ninguna mujer (mi madre Sor Mariana emigró a Alaska de misionera con mi padre el obispo Sotini) no pude conseguir unas medias. El uniforme de los empleados era una bata blanca cosa que me extrañó. La verdad es que de ese banco no saqué ni un centavo, pero ya que estaba allí, ayudé a la humanidad aportando 7 litros de mi preciosa y roja sangre a cambio de 2000 pesetillas (el médico era de Algeciras y no tenia dolares sueltos) que me gasté en reponerme en la clínica San Matias. Lo más positivo de esta experiencia fue que aprendí que no todos los bancos son de dinero y que la próxima vez que quiera donar algo me lo pensaré un par de veces. Debía buscar a un profesional que me orientase sobre la dura y difícil vida del delincuente.
Después de buscar durante una semana encontré a un ex-convicto natural de Santa Coloma que llegó a Nueva York clandestinamente en un saco de cacahuetes marca “RUNINI”. Su nombre era Chema “El panadero”, conocido así porque no se comia una rosca. Encontré a Chema “El panadero” en su casa viendo los Fraguel (en América se llaman “The Fraguel”) y tras una charla, Chema “El panadero” decidió enseñarme todos los trucos sucios de la profesión de ladrón si yo le enseñaba los trucos necesarios para que él pudiera ser cartonero profesional en las duras, humedas y frías calles de Manhatan. Yo aprendí muy pronto de mi gran maestro Chema y volví a entrar en la dura profesión de la delincuencia. Empecé robando pequeñas tiendas, y conseguí el suficiente dinero para preparar el atraco del siglo. Chema y yo estudiamos el plan a fondo, una vez decidimos todos los detalles sólo nos quedaba conseguir un coche y esperar el día señalado.
Al fin llegó el día, cogimos nuestro 600 turbo-inyección de 17 valvulas con tracción a las 5 ruedas (incluida la de repuesto) y nos dirigimos al Banco de San Diego, un lugar muy protegido pero cargado de millones de dólares norteamericanos y iniciamos nuestro complicado plan que tardamos meses en pensar. El plan consistía en entrar en el banco, matar a todo Dios, coger el dinero y salir por patas. Todo salió bastante bien excepto que el coche se estropeó y tuvimos que volver andando a nuestra casa que estaba en la acera de enfrente.
Después de estar una temporada escondidos por fin salí a la calle y compré la guitarra. Nos metimos en mi habitación solos mi guitarra y yo y comencé a trabajar. Tras una semana de duro trabajo logré componer lo que sería mi primera canción titulada “I CAN SMELL YOUR RABBIT” que empecé a cantar en el metro. Hasta que un buen día mientras yo cantaba mi linda y bella canción se me acercó un hombre llamado Enrique Altamira proponiéndome que si componía más canciones podría ser mi representante y lograría que actuara en algunos locales de esta ciudad. Me encerré en mi habitación aislado de todo el mundo y durante dos meses estuve escribiendo canciones para poder actuar. Por fin hablé con mi manager y le canté todo mi repertorio. Después de haber cantado le pregunté que le habían parecido mis canciones, puso una cara extraña haciéndome pensar que todo mi trabajo había sido un fracaso, pero al fin sonrió y dijo:
-Prepara tu vestuario y tu guitarra que esta noche vas a actuar.
-¡Donde, donde!, estoy muy contento.
-Actuarás en un pequeño pero acogedor local de las afueras de New York llamado “THE BLUE ALMEJEXION”
Sin pensármelo dos veces fui a mi casa, cogí mi viejo traje de lentejuelas y me dirigí hacia el local para comenzar mi actuación. Yo me encontré allí encima del escenario delante de 12 personas y empecé mi espectáculo. Al acabar la actuación miré hacia el público y comprendí que no les había gustado ya que la sala se encontraba vacía, sólo había una espesa niebla de humo y dos camareros jugando al mentiroso y tomándose una cerveza. Mi primera actuación resultó ser un fracaso total pero yo no me desanimaba y sabía que algún día conseguiría el esperado éxito.
Durante algún tiempo volví a hacer mis galas en la parada de metro de “Baró de Manhatan” donde tenia mucho éxito entre la población portorriqueña esperando que mi representante Enrique Altamira me llamara para actuar en otro local. Después de un mes Enrique Altamira me llamó para actuar en un prestigioso local de Filadelfia cosa que me sorprendió por lo que le pregunté a mi representante:
-¿De verdad voy a actuar en el “Soft Palace” de Filadelfia?
-Si, al fin lo conseguimos.
-Al fin han reconocido mi talento.
-No, es que los cantantes que actuaban esta noche han muerto todos en accidente de bici al chocar contra un barco.
-¿ Queeeeee ?.
-Así es la vida del artista muchacho, más vale que te acostumbres.
-Bueno, me da igual, no se montar en bici.
-Esta tarde te recogeré, a las 5, te traeré un nuevo vestuario.
-Bien, te espero impaciente.
A las 5 estaba esperando en la puerta como un adolescente en su primera cita. Limpié mi guitarra como nunca lo había hecho y quedó muy limpia gracias a mi detergente limpiaguitarras “Mr. Proper”, ¡El más limpio! (publicidad encubierta). Tardamos un par de horas en llegar al local, durante el viaje yo iba afinando las cuerdas de mi guitarra con mucho mimo para que sonara a música celestial. Cuando entré en el camerino Enrique Altamira me dijo:
-Hay un pequeño problema con tu vestuario.
-Lo suponía, pero tranquilo, imaginaba que te olvidarías los zapatos y por eso me he traido mis viejas botas militares de lentejuelas.
-¡Muy bien!, pero…
-¿Ese no es el problema?
-Bueno, por una parte sí.
Después de muchos rodeos descubrí que el verdadero problema era que Enrique Altamira confundió mi traje de artista con el vestido de noche que acababa de recoger de la lavandería para su mujer. Me lo puse a regañadientes ya que Enrique no queria que actuara con al ropa que llevaba puesta (unos tejanos recortados y una camiseta de tirantes sucia y agujereada), además Enrique me dijo que los transexuales funcionaban muy bien en el mundo del espectáculo. En aquel momento salí al escenario con mi vestido de noche y mis botas brillantes de lentejuelas. La verdad es que mi aspecto era ridículo, ahora ya no esperaba triunfar, sólo esperaba que mi madre no hubiera vuelto de Alaska y estuviera entre el público. Cuando me fijé en la gente que asistía al recital, vi que mi madre había vuelto de Alaska y estaba entre el público. Cuando me reconoció empezó a gritarme:
-¡Hijo mio!, ¡hijo mio!, ¡soy tu mamá!.
Mi situación era patética, tenia ganas de llorar, pero antepuse mi profesionalidad y empecé a cantar la canción “Are you hitting on me Doctor?”. Cuando terminé esta canción y empecé a cantar “Little Cheeper” me extrañó que nadie se hubiera ido de la sala, y cuando terminé de cantarla me sorprendió aún más que me aplaudieran e incluso me pidieran más canciones.
El recital fue todo un éxito, la gente aplaudía a rabiar, me decian “torero” y gritaban sin cesar. Me empezaron a llegar contratos para actuar en diversas salas de fiestas del pais siempre con un enorme éxito. Al fin mi representante me consiguió un contrato para la fabulosa discográfica “Niky Records” donde me ofrecían grabar mi primer trabajo.
Entré en el estudio de grabación y preparé mi instrumento para hacer mi música. Cuando estaba dispuesto a empezar el jefe de la grabación Gus Fernandé más conocido como “the dog” (el perro) se dio cuenta de que faltaba algo. Después de tres horas intentando encontrar el problema averiguamos que hacía falta un grupo que acompañara a mi cálida voz.
-¿Dónde encontraré un grupo?
-Ese es tu problema muchacho, si no hay grupo no hay disco.
-¡Oh!, por qué yo, por qué a mí, que le he hecho yo al mundo para que me haga esto. Que injusta es la vida con las buenas personas del mundo como yo. Creo que me apuntaré esta frase, me ha quedado muy bonita.
Empecé a mandar anuncios a periódicos de toda América como el “New York Times”, el “Washington Post”, el “Ohio Express” o el “Mes Coloma” (en todas las panaderias). Después de dos meses de búsqueda no me llamaba nadie, ni siquiera mi madre que al parecer había vuelto a Alaska. Fui a mi antiguo barrio a buscar nuevos talentos musicales. Necesitaba un pianista, un saxofonista, un bateria y dos zambombistas. Puse un anuncio en la puerta de la peluquería y busqué un local para empezar mis audiciones musicales.
Por fin llegó el día en el que escucharía a los músicos del barrio. El primero en llegar fue George Fernis tocador de zambomba, su estilo era depurado y bonito, había trabajado en la orquesta real de Malasia y ahora estaba en paro, enseguida supe ver su talento y lo contraté. Mi pianista fue John Galindo que no había tenido su oportunidad, estaba un poco desentrenado porque no podía tocarlo a menudo ya que se pasaba todo el día pidiendo en el metro, su gran inconveniente es que no podía ganarse la vida tocando en las calles porque el piano no cabía en ninguna acera. Mi tercer contratado era Róger Lidon otro zambombista, me dijo que estuvo trabajando en un teatro haciendo tareas musicales secundarias (más tarde me enteré de que era el encargado de limpiar los palos de las zambombas), gracias a este trabajo adquirió habilidad con la zambomba. Para tocar la batería escogí a Runando Perez que era mecánico y por tanto sabía más que nadie de baterías, ensayaba aporreando los cubos de basura, pero tuvo que dejarlo cuando se impuso la moda de los container, volvió a tocar cuando heredo un tambor de su bisabuelo de la guerra de secesión. El saxofonista fue el que más trabajo me costó encontrar, al final tenía que decidirme entre dos buenos saxofonistas. El primero de ellos era Prudencio Sánchez saxofonista marroquí, que llegó a América cuando en el estrecho de Gibraltar su patera se desvió del rumbo previsto debido al ataque de un feroz berberecho caníbal (animal extremadamente peligroso muy conocido por los pescadores de la zona). El segundo era Conrad Morcillo saxofonista lepero, él me dijo que un día se despertó de repente en América por causas no descubiertas, no sabía a quién de los dos elegir. Elegí a Prudencio porque Morcillo era demasiado inteligente para este humilde trabajo. Por fin parecía que mi carrera discográfica iba a despegar. Quedé con todos ellos en el estudio de grabación para dentro de una semana advirtiéndoles de que no faltaran.
Cuando Gus Fernandé vio la pinta del grupo casi se pone a llorar, pero yo le convencí de que eran bueno músicos. Después de una larga conversación con Gus y Enrique Altamira logré convencerles de que nos dejaran una oportunidad de demostrar nuestro talento. Cuando el grupo empezó a tocar Gus y Enrique se quedaron sorprendidos de lo bien que sonaba el grupo, grabamos el primer disco y este se vendió como rosquillas. Me hice famoso y grabé muchísimos discos, obtuve numerosos “Grammy” en 20 años de carrera. Ahora mismo estoy en el hospital por una sobredosis, me aficioné a las drogas cuando me dejó mi decimosexta mujer y me quedé sin poder ver a ninguno de los 25 hijos que salieron de todos mis matrimonios. En estos momentos entra por la puerta Chema “El panadero” que viene a visitarme.
-¿Cómo te encuentras Joselito?
-Bien, los médicos sólo me dan dos días de vida como máximo, pero yo creo que tenéis Joselito para muchos años, ¡aaaaaaagh!.
-Joselito, ¡Joselito!, ¿pero como se te ocurre morirte ahora?, ¡siempre fuiste un poco tonto!.
Joselito murió víctima de las drogas, como dijo un viejo sabio chino: “No cambies tu pelota por drogas, y menos si la pelota está firmada por Michael Jordan”. ¡Cuanta razón encierran estas palabras!, Joselito fue recordado como una leyenda del rock’n’roll. Yo ocupé su puesto en el grupo, y heredé su incalculable fortuna, ahora yo, Chema “El panadero”, era el nuevo rey del rock.
ESTA HISTORIA ESTÁ BASADA EN HECHOS REALES, LOS NOMBRES DE LOS PERSONAJES Y LUGARES HAN SIDO CAMBIADOS PARA PROTEGER SU INTIMIDAD Y PARA QUE NADIE SE RIA DE ELLOS.
Puro_Trap & Soto. Negros de un negro.